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miércoles, 20 de agosto de 2014

Restaurante Oribu Gastrobar, abierto por vacaciones

Si hay una época del año en la que se puede disfrutar al máximo de Madrid, esa es agosto. Sí, a pesar del calor. Y es que en agosto no hay atascos, no hay colas en los museos, ni en las tiendas, no hay aglomeraciones en el metro, suspenden hasta las manifestaciones, hay sitio donde aparcar... Pero, lo mejor de todo, es que puedes visitar con cierta tranquilidad todos esos restaurantes de moda que el resto del año están a tope. Uno de esos que no cierra por vacaciones y que merece la pena conocer y disfrutar es el Oribu Gastrobar, de la calle Barquillo.

Oribu Gastrobar. Sala de barra.
El Oribu Gastrobar abrió sus puertas en abril de este año y pronto se convirtió en un must del barrio de Chueca. Con el objetivo de conectar dos mundos, Oriente y Occidente, su carta sorprende con platos de cocina mediterránea pero con pinceladas de la cultura japonesa. Una original y sorprendente combinación que no deja indiferente a nadie y es que, no en vano, oribu significa oliva en japonés.

Oribu Gastrobar con sus lámparas de corte industrial.
Oribu Gastrobar. Detalle de las mesas altas.
Al frente de la cocina como artífice de esta ecléctica carta se encuentra el jóven chef Óscar Horcajo. Él trabajó en el pabellón español durante la Exposición Universal de Shanghai en 2010 a las órdenes de Pedro Larumbe y se destapó como una joven promesa que ya se ha consolidado.

Oribu Gastrobar. Baño.
Oribu Gastrobar. Detalle de las copas.
Y el encargado de trasladar la creatividad que se respira en la carta al establecimiento ha sido el arquitecto Álvaro Oliver Bultó. Él ha conseguido crear diferentes atmósferas y ambientes a través de la combinación de muebles vintage con toques contemporáneos, sillas de madera o de metal envejecido y lámparas de corte industrial. Y es que la fusión se nota nada más entrar por la puerta.

Oribu Gastrobar. Entrada.

Oribu Gastrobar con una lámpara chandelier.
El local se divide en tres plantas. La primera simula una especie de bistró, como mesas altas y una antigua alacena con todo su menaje, y es perfecta para tomar unas copas o unas tapas, o disfrutar del afternoon tea que ofrece el Gastrobar.


Oribu Gastrobar. Sala de barra con la preciosa alacena.
Subiendo las escaleras se encuentra una encantadora buhardilla desde la que se ve todo el local y que está decorada con confortables sillones y estanterías de madera de caoba, ideal para una comida o cena más relajada.

Oribu Gastrobar. Comedor.
Y en la planta baja se sitúa el comedor con sus mesas de madera envejecida y columnas verde agua propias de un antiguo café.

Oribu Gastrobar. Planta baja.

Oribu Gastrobar. Planta baja.
Pero si algo destaca también en el Oribu Gastrobar es su salón privado, un comedor con chimenea, sillones tipo chéster y estanterías de libros que crean el marco ideal para reuniones y celebraciones entre amigos.
Oribu Gastrobar. Sala de barra.
Ya veis, para los que todavía no os vais de vacaciones, para los que ya habéis vuelto o para los que paséis en estas fechas por Madrid, este restaurante es un acierto seguro.

Oribu Gastrobar.

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